El ganador del Trofeo Guerrita Igor Romero ya realizó en 2009 un buen inicio de temporada haciendo décimo en el Guadiana y décimoquinto en el Guerrita con Cafés Baqué, este año inició la temporada... CONTINÚA EN LEER MÁS


Prácticamente ha comenzado a correr hace bien poco. ¿Cómo le va?
Empecé bien, pero no corrí las primeras carreras, y debuté en Llodio, luego Indurain, Amorebieta y una vuelta de cinco días en Francia.
¿Por qué empezó tan tarde el año?
No sé. El equipo no me llevó a las primeras carreras, y empecé en Llodio.
Su mejor día llegó en Amorebieta, donde ganó la montaña por delante de Valverde y Cunego...
Si te digo la verdad, esa carrera me ha dado moral para las próximas semanas. En Llodio no terminé porque acusé el frío al final, en Indurain iba bien pero de pronto me sentí mal un momento y me tuve que retirar. En esas carreras traté de ser útil al equipo, pero estaba desmoralizado. En Amorebieta cogí la escapada en el kilómetro 0, cuando atacó un corredor, le seguí yo y nos fuimos cuatro. Por primera vez, me recordé a aquel ciclista batallador que era yo en aficionados. Sentí que el cuerpo me respondía, y gané la montaña.
¿Qué balance hace de 2007?
Para mí no fue un buen año. Corrí muy poco, estuve estudiando y terminé la carrera, pero deportivamente no cuajó nada. Este año estoy más liberado de los estudios, entreno más, estoy más centrado en el ciclismo, y he mejorado bastante.
¿En qué ha progresado más?
En ser corredor. El año pasado hice las cosas mal, quizá por no saber muchas cosas. El ciclismo en aficionados es una cosa, pero en profesionales, otra. Estoy contento porque todo lo que he logrado ha sido por mí y por la gente de mi entorno. En 2007, no me daba cuenta de algunas cosas y le estoy dando la importancia que el ciclismo tiene en mi vida.
¿Qué no veía antes y percibe ahora?
Algo tan sencillo como levantarme de la cama, desayunar, entrenar, comer, descansar... En 2007, hasta el mes de junio que terminé el curso, me levantaba a las seis, iba a clase hasta la una, volvía a casa, comía y por la tarde entrenaba. A las nueve de la noche estaba reventado, porque estaba llevando una vida que el deporte de elite no te deja llevar, porque llega el entrenamiento o la carrera, y no estás para dar el máximo.
Este año parece clave en su carrera...
Sí, porque este equipo es de formación, pero éste es mi segundo año y tendré que demostrar algo para seguir en esto el año que viene.
¿Le da miedo no demostrarlo?
No es que me dé miedo, sino que me jodería a mí no demostrar lo que soy. No miro a la renovación, sino a hacer un buen año, enseñarme a mí mismo que lo que era en aficionados también lo puedo ser en profesionales. A los que confían en mí, les debo la alegría de demostrar lo que soy.
Pasó a Orbea con 20 años. ¿Demasiado joven para acumular apenas una veintena de carreras en 2007?
Sí. Por una parte, me he arrepentido de estar en aficionados sólo dos años, en los que, además, no competí mucho porque estaba estudiando. Mi vida iba por dos carreteras, y no puedes hacerlo bien en las dos. Los estudios, exámenes, entrenamientos... todo conlleva mucho sacrificio y también mucha comedura de cabeza, nerviosismo... En aficionados tenía que haber corrido mucho más de lo que corrí. Veo que he llegado al campo profesional muy verde. Mi cuerpo necesita mucho cambio, estoy sin hacer, y aún me falta mucho.
¿Cómo ve la categoría continental?
Este año sólo estamos dos equipos en el pelotón estatal, pero estamos corriendo casi lo mismo, que tampoco es mucho. Falta una continuidad. Al no haber mucho calendario, tienes que estar todo el año bien, para que el equipo te lleve a correr. Esta categoría está bien para conocer el oficio, coger hábitos, pero el equipo debe saber qué es lo que quiere y qué es lo que hay que hacer.